SERIE: La Ciudad n° 1
Rio de Janeiro, 1959
Mascara de Moreno
Carnaval de Oruro - Bolivia
En este mes pasado de carnavales, que comienza pronto con los
preparativos, compadres, comadres, Anata o carnaval andino, Oruro con su
fastuosa entrada que toma todo el día y parte de la noche, el martes de
carnaval con las tradicionales ch'allas con cuetes, serpentinas y confites, las
k'oas a la pachamama, y por último, el corso de corsos en la llajta, que
pareciera que el desmadre no se acaba nunca, hemos decidido con mi colega y
amigo Oscar iniciar una serie de entradas sobre La Ciudad.
Como el ambiente toma ese rumbo y no se puede uno abstraer
de él, me acordé que algún momento hace muchos años, vi una película que me
impactó y me gustó mucho porque muestra que junto con la alegría y el
desenfreno generalizado suelen ocurrir también tragedias. Se trata de la película Orfeo
Negro, dirigida por Marcel Camus, una realización franco-ítalo-carioca de 1959
filmada en el carnaval de Rio con integrantes de la favela Babilonia(pelicula completa), donde se
vuelve a tomar el argumento de la tragedia greco-latina de Orfeo y Eurídice,
actualizándolo y proyectándolo hacia adelante en el tiempo como un sino cíclico
que pesa a la humanidad y no parece acabar.
Pero en este momento nos interesa la ciudad consustancial
con la civilización humana porque existen un sinfín de problemas no resueltos y
que no parece vislumbrarse solución. La preferencia humana mayoritaria de ser habitante de una
ciudad (citadino) como punto de partida y en esa condición desarrollar su existencia con
todas las ventajas que se quieran enumerar, pero a la vez con algunas
desventajas o consecuencias más graves aún que no son fáciles de olvidar por la mega crisis de sobre-vivencia de nuestra condición humana que la propia ciudad plantea
y contribuye en gran medida a agravar.
¿Qué tiene que ver la película mencionada con el problema de
la preferencia generalizada por la ciudad?
- Que la tragedia se actualiza en esta época en la ciudad de Rio de Janeiro en la favela Babilonia
- donde Eurídice llega del interior a visitar a su prima Serafina y escapando de un acosador que quiere matarla, según ella.
- Pero, sobre todo porque en los primeros 13 minutos de la película, el director nos muestra en forma sintética y magistral, la llegada de Eurídice a Rio y cómo esta ciudad maravillosa se presenta a una inexperta pueblerina que pretende visitar a su prima y llega en vísperas de carnaval.
Como el cine es el arte de imágenes en movimiento, vamos a
rescatar una serie de imágenes fijas de esta confrontación:
Por fin Eurídice logra atravesar este parque de fantasía y entra en la ciudad convencional,con sus calles y avenidas donde todo parece "normal": semáforos que detienen el tráfico vehicular, unos cuantos buses amarillos que se detienen en la luz roja, franja de cruce peatonal delimitada, grandes edificios de diferentes épocas, unos republicanos y otros "modernos". Pero Eurídice tiene que tomar el tranvía que la llevará hasta el pie del morro de la favela donde vive su prima Serafina.
Oh no, el tranvía está repleto hasta desbordar. Y su destino es Babilonia. Morro pegado al centro que a manera de Zigurat aloja la favela donde viven Orféo, su prima Serafina y donde se realiza la actualización de la tragedia.
Pero el tranvía parece que se va a detener. disminuye la velocidad y...
aparece el conductor (Orfeo) y le consulta si la lleva.
De repente sale un brazo de la multitud, la toma por la cintura y la sube al tranvía que aparentemente no tenía ni un mínimo lugar para nadie más.
Ya en la parada final, Orfeo encarga a Hermes, el cuidador quien conoce a todo el mundo, que se haga cargo de la recién llegada. Hermes le muestra el camino hacia su prima subiendo el morro por una escalera interminable que indefectiblemente la llevará a su destino.
Todo esto sucede en nueve minuto de la película descontando los cuatro primeros destinados a contextualizar al espectador en la favela y sus moradores mientras van apareciendo los créditos de la película a la manera europea de presentarlos al principio.
Entonces, ¿cómo hacer para que este
material sirva para empezar esta serie de la ciudad, con una aproximación antigua
a la ciudad maravillosa de Rio de Janeiro y una de sus favelas?
Si tomamos la totalidad de la película como
un “texto” que vuelve a tomar el tema de la tragedia con toda normalidad,
podemos aceptar, como lo plantea Daniel Arrieta (Arrieta, 2014)(artículo) las categorías
de hipertexto de un hipotexto anterior
constituido por el mito y las obras de Virgilio y Ovidio de la época greco-latina
donde se lo despliega inicialmente. En ese caso, el análisis realizado como
análisis literario nos muestra que en la película se produce necesariamente una expansión tanto
temática como estilística puesto que las obras originales venían en verso y la
película en los diálogos utiliza el idioma coloquial y particularmente el
portugués carioca de las favelas (sin entrar en un dialecto barrial
incomprensible) no sujeto estrictamente a la trama de la tragedia sino que la
desborda. Además, que el soporte de la obra viene en imágenes y diálogos que
muestran mucho más que el mero guión literario produciendo una nueva expansión
muy rica hacia otros posibles temas como el contexto cultural y espacial de la
ciudad de Rio y su favela y las circunstancias en las que la vida de los
personajes se desarrolla en ese espacio-tiempo concreto.
Este es el justificativo que nos animó a
tomar esta película y servirnos de ese incremento gratuito que la expansión de
este hipertexto nos brinda para iniciar la serie sobre la ciudad. Y además
porque el director al armar cada toma nos está regalando contextos espaciales y
circunstanciales muy precisos a lo que quiere comunicar y con ello podemos
concluir en la afirmación de Arrieta: que el hipertexto puede tomarse como
crítica; o también que la crítica puede tomar la forma de hipertexto de un
hipotexto anterior.
En la serie de imágenes hemos hecho una
diferencia que surgió por casualidad. Nuestro interés era que en la foto del
edificio le corbusiano se pudiera apreciar que aquella manchita blanca que cruza
la explanada del edificio era Eurídice y así la agrandamos la foto. La foto
anterior que muestra desde arriba una imagen del centro despoblado con otros
edificios pertenece al mismo conjunto por lo que también fue agrandada. Esa
diferencia entre fotos pequeñas en los márgenes y fotos grandes en el centro
nos hace caer en cuenta que además hay una diferencia medular entre las dos series. Se trata de la distinción entre Lugar y No Lugar que con tanto acierto Marc Augé (Augé 2000)(sobre el autor) caracterizó con el concepto de "no-lugar" la realidad presente designándolo: como "lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser considerados como "lugares". Son lugares antropológicos los históricos o los vitales, así como aquellos otros espacios en los que nos relacionamos. Un no-lugar es una autopista, una habitación de hotel, un aeropuerto o un supermercado... Carece de la configuración de los espacios, es en cambio circunstancial, casi exclusivamente definido por el pasar de individuos. No personaliza ni aporta a la identidad porque no es fácil interiorizar sus aspectos o componentes. Y en ellos la relación o comunicación es más artificial."
Y de esta manera queda perfectamente claro que las dos series de imágenes presentadas encuentran su soporte teórico en la teoría de los no-lugares porque está claro que la feria del embarcadero con toda su variedad es un lugar y que en el tema del transporte público que si bien está categorizado como no lugar es porque es anónimo, funcional, nos sirve un momento para trasladarnos pero en el caso del tranvía n° 49 que lo conduce Orfeo que además su destino es la parada final al pié de la favela Babilonia y que ese día no cobró pasaje a Eurídice, no cabe duda que pertenece a los lugares. Y es que en latino-américa no es de nuestro agrado que el transporte público permanezca entre los no-lugares y hacemos lo posible para transformarlo en un lugar que tenga una identidad muy clara colándole algún esticker del club de fútbol del conductor o pintándole algún refrán o incluso bautizándolo con algún nombre.
O el mismo caso de las favelas que por definición son zonas ilegales de la ciudad de crecimiento espontáneo e irregular y que no están aprobadas por el municipio por no someterse a ninguna norma urbanística ni legal y cuya existencia se justifica en la medida que ocupa un lugar que no es susceptible de normalizar por el urbanismo clásico y cuya situación no puede ser más ventajosa para sus ocupantes puesto que la mayoría de ellas está a unos pasos del centro o de las zonas residenciales más importantes de la ciudad donde se ocupan y consiguen el sustento diario.
Pero las favelas muy pronto se autoconstruyen, se sobreconstruyen, se hiperdensifican, y se convierten en guetos inaccesibles por su condición laberíntica, que alojan parasitariamente a pandillas y cárteles mafiosos haciendo muy difícil su control y captura en desmedro del resto de sus ocupantes. Con esta descripción no estoy queriendo afirmar que su destino perverso sea la condición inherente de toda favela antes bien creo que es el desemboque posible de cualquiera de las muchas y distintas formas que la ciudad contemporánea aloja en sus modos de habitar y que más bien se debe al sistema capitalista que resuena y en última instancia determina el rumbo de estas modalidades bajo la única consigna: que el dinero es lo único que vale en este mundo y que hay que hacerlo por cualquier medio posible y de forma lo más rápidamente posible.
Y de esta manera queda perfectamente claro que las dos series de imágenes presentadas encuentran su soporte teórico en la teoría de los no-lugares porque está claro que la feria del embarcadero con toda su variedad es un lugar y que en el tema del transporte público que si bien está categorizado como no lugar es porque es anónimo, funcional, nos sirve un momento para trasladarnos pero en el caso del tranvía n° 49 que lo conduce Orfeo que además su destino es la parada final al pié de la favela Babilonia y que ese día no cobró pasaje a Eurídice, no cabe duda que pertenece a los lugares. Y es que en latino-américa no es de nuestro agrado que el transporte público permanezca entre los no-lugares y hacemos lo posible para transformarlo en un lugar que tenga una identidad muy clara colándole algún esticker del club de fútbol del conductor o pintándole algún refrán o incluso bautizándolo con algún nombre.
O el mismo caso de las favelas que por definición son zonas ilegales de la ciudad de crecimiento espontáneo e irregular y que no están aprobadas por el municipio por no someterse a ninguna norma urbanística ni legal y cuya existencia se justifica en la medida que ocupa un lugar que no es susceptible de normalizar por el urbanismo clásico y cuya situación no puede ser más ventajosa para sus ocupantes puesto que la mayoría de ellas está a unos pasos del centro o de las zonas residenciales más importantes de la ciudad donde se ocupan y consiguen el sustento diario.
Pero las favelas muy pronto se autoconstruyen, se sobreconstruyen, se hiperdensifican, y se convierten en guetos inaccesibles por su condición laberíntica, que alojan parasitariamente a pandillas y cárteles mafiosos haciendo muy difícil su control y captura en desmedro del resto de sus ocupantes. Con esta descripción no estoy queriendo afirmar que su destino perverso sea la condición inherente de toda favela antes bien creo que es el desemboque posible de cualquiera de las muchas y distintas formas que la ciudad contemporánea aloja en sus modos de habitar y que más bien se debe al sistema capitalista que resuena y en última instancia determina el rumbo de estas modalidades bajo la única consigna: que el dinero es lo único que vale en este mundo y que hay que hacerlo por cualquier medio posible y de forma lo más rápidamente posible.
Pero eso no podía seguir así
indefinidamente y menos en vísperas de un mundial de futbol. Entonces se
procedió a desalojar aquellas favelas que estaban muy próximas y visibles a las
zonas más emblemáticas de la Rio turística con una verdadera operación de
guerra, y el reciente carnaval 2015 se desplegó con toda su fastuosidad nuevamente
en un gran espectáculo como siempre. Multiracial, plurieconómico y multicolor.