Se acerca el 21 de junio. No se trata de una fecha cualquiera. Su significado lo podemos interpretar de varias maneras según la forma en que entendamos el mundo. De cualquier forma, siempre habrá fiesta porque se produce un acontecimiento cósmico. Ocurre un solsticio hiemal para nosotros. Época en que el sol se halla en el trópico de Cáncer y por tanto en el hemisferio boreal hace del día, el día “más corto” y la noche “más fría” del año. Y a partir de ahí, comienza un nuevo ciclo solar anual. Su significado siempre ha conmovido a la humanidad desde sus albores. Recuérdese de Stonehenge en Salisbury (2400 al 1700 a.C.) o sin ir tan atrás y tan lejos, Tiwanaku donde también se celebra actualmente, pero en este caso el Año Nuevo Andino. Tampoco hay que olvidar ese especial interés del Inca por establecer con total precisión, cómo “amarrar al sol” para que no siga desplazándose hacia el norte y ya no vuelva más. Para encontrar el sentido de esta fecha y la trascendencia, revisemos algunas reflexiones que he reunido en la entrada de este mes.
Todo acontecimiento adquiere sentido de la idea que tengamos del espacio y del tiempo; dicho de otra manera, las nociones de espacio y tiempo son condición indispensable de la posibilidad de un suceso o la condición para el estar siendo un acontecimiento espacio-temporal para alguien por tener un sentido y más aún, por desarrollarse un acontecimiento trascendental. ¿Cuáles son las visiones que se tienen de estas nociones?
El sentido común nos dice que cualquier evento que sucede en el universo (un nuevo año entre ellos) se lo puede especificar por sus coordenadas espaciales y temporales, es decir que un cuerpo en el espacio está allí a determinada distancia en los tres ejes, (x), (y), y (z) de un sistema de coordenadas espaciales de referencia ubicadas en algún punto de ese espacio, y también en algún momento del tiempo (t) de acuerdo a otro sistema de referencia temporal como la fecha o la hora de un día determinado. Sin embargo, la ciencia, es decir la visión científica del mundo, que ha llegado a cuestionar el carácter absoluto del tiempo y del espacio, acepta como una posibilidad dicha especificación del evento, pero nos advierte que hay otras y todas las que son posibles son perfectamente válidas y por tanto espacio y tiempo como formas de la sensibilidad, son relativos en sí mismos, de acuerdo a los diferentes observadores y con ellos, a sus diferentes sistemas de referencia utilizados, incluso diferentes en el interior de un mismo sistema de referencia en función del movimiento del observador.
Pero hay algo más y muy significativo. Las prácticas cotidianas cuando se refieren a los hechos o eventos del mundo han mantenido la tradición de concebir espacio y tiempo separados con nombres diferentes y con ello la posibilidad de pensarlos separadamente o independientemente. La ciencia contemporánea ha llegado recién a la formulación de un sistema de cuatro dimensiones unificado para referirse a cualquier evento que se quiera especificar en el cosmos que es difícil de concebir y más difícil de representar pero que de no pensar así, no sería posible entender y explicar por qué una persona que hace un vuelo interplanetario, cuando regresa a la tierra está más joven que los que permanecieron en ella. Es decir que espacio y tiempo están íntimamente relacionados, mejor aún, los eventos tienen que ser pensados y concebidos como eventos en unidades espacio-temporales.[1]
La cosmovisión religiosa de tradición judeocristiana, ha legado a occidente una visión del tiempo lineal e irreversible solo accesible a la conciencia como medida del devenir y en ese sentido diferenciamos tres dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro. Uno vive en el tiempo del ahora del instante y en ése presente real de la conciencia sobrevive el pasado y se puede anticipar el futuro porque ya está escrito. El destino. El carácter de la temporalidad lineal es la historia y su culminación está orientada (teleológicamente) hacia el fin del mundo, hacia una meta de plenitud establecida en un futuro previsible: la salvación eterna. Este recorrido lineal se desarrolla en un espacio dualista. Primero en el paraíso de donde fueron expulsados los primeros hombres a la tierra. Y en el momento del juicio final sobre la tierra para vivos y muertos, el cielo o el infierno. (Ver esquema de Representación del Tiempo Lineal) [2]
Hagamos un recuento de esta historia. Hasta comienzos del siglo pasado, la gente creía en el tiempo absoluto. Con la teoría de la relatividad se tuvo que admitir que cada observador tendría su propia medida del tiempo. El tiempo se convirtió en un concepto más personal, relativo al observador que lo medía. Con los intentos teóricos de unificar la mecánica cuántica con la relatividad se tuvo que introducir el tiempo imaginario en el que no son distinguibles las direcciones espaciales, donde ninguna dirección es preponderante sobre las otras ni hacia adelante ni hacia atrás en el tiempo; sin embargo en realidad, si hay una diferencia entre el pasado y el futuro porque recordamos el pasado y no podemos recordar el futuro. La segunda ley de la termodinámica dice que en cualquier sistema cerrado el desorden o la entropía siempre aumenta con el tiempo. Entonces el tiempo tiene que tener una dirección. La flecha del tiempo es algo que distingue el pasado del futuro y le da una dirección al tiempo. Esta flecha del tiempo se presenta de tres formas diferentes: la flecha termodinámica en la que el desorden aumenta, la flecha psicológica en la que sentimos que pasa el tiempo y podemos recordar solo el pasado y la flecha cosmológica en la que el universo está expandiéndose a medida que se aleja en tiempo-espacio del Big Bang.
Existe, sin embargo, otra manera de concebir el tiempo-espacio que lo vamos a mantener unitario. Mientras que la religión se había desarrollado en occidente separando espacio de tiempo como campos hierofánicos diferentes distinguiendo para el espacio, lugares profanos de lugares sagrados en los que se puede experimentar la irrupción de la divinidad y que le otorgan un orden, y para el tiempo, en momentos hierofánicos pasados, presentes y futuros en presencias y ausencias de Dios, las etnias de los Andes partieron desde el principio con una idea unitaria de tiempo y espacio en la noción de Pacha. Esta noción con un solo término tanto para el idioma aymara como para el quechua, no solo nos muestra que tiempo y espacio son uno solo sino que también denota la posibilidad de que algo ocurra con una cierta regularidad que vamos a caracterizar como circular cíclica. Entonces surge de su insistente y profunda observación de la naturaleza y de su lógica de pensamiento, una visión distinta de la religiosa, de la occidental y muy próxima a la de la última ciencia. Veamos ésta caracterización que hace Raúl Prada en un artículo de la revista Contacto el año 1988 [3], porque es muy rica en elementos y nos permite comentarla:
“Pacha es tiempo-espacio.
Unidad inmediata de tiempo y espacio,
también des-unidad del tiempo,
temporalidad rota,
discontinuidad del tiempo: encuentro del antes con el después.
El pasado y el futuro se alcanzan.
Miran el pasado y olvidan el futuro,
forman una totalidad vivencial.
Ucamahua Pachamama;
así es el mundo, decía Tata Wamani.
Espacio tiempo de un espacio tiempo originario,
de una Pachamama,
matriz de los tiempos,
que se encuentra en el fin de los tiempos,
o en el confín del cosmos, que es al mismo tiempo comienzo y fin.
Esta es la epistemología andina:
Umaraca, fuerza del agua, poder y fuerza de la naturaleza,
devenir develado en el encuentro entre ORKO y K’ACHO,
entre piedra machu y piedra hembra.
De ese comienzo que es el fin venimos:
“Plantas orko y plantas k’acho, gentes orko.
Esto es el hacer de la Pachamama.
Hacer que es vida renovada”
Respecto de la unidad de tiempo y espacio dada en todos los fenómenos de la naturaleza, no es una sola, sino muchas. Por ejemplo la unidad día en el espacio andino es el ciclo circular que comienza con la penumbra del amanecer que pertenece a un momento muy especial porque es el momento que está en el medio entre la oscuridad y la claridad, opuestos pero complementarios, es un momento de transición, es un momento de cambio, es el momento del vuelco que en aymara se llama Pacha Kuti. (Ver esquema del Tiempo Circular al costado). Las condiciones de las dos penumbras, la del amanecer y la del anochecer no son rupturas son transiciones. Duran unos minutos, quizás media hora pero sin ellas no podría darse ni la claridad ni la oscuridad. Las posibilita y las enlaza, las une. Y al quedar en el medio produce la des-unidad y la discontinuidad del tiempo que menciona Raúl. El tiempo no es homogéneo, no es abstracto no es un concepto. A pesar que se manifiesta en ciclos que se repiten todos los días y le otorga su carácter regular, nunca es igual un día al otro día. Unas veces está nublado, otras, el sol sale más temprano, unas sale más hacia el norte y otras más hacia el sur por el horizonte como lo podemos constatar permanentemente.
Algo similar ocurre con la unidad de tiempo anual pero lo que la determina es el sol, y el clima es su consecuencia. Veamos con más detalle esto.
El régimen climático de los valles presenta una estación predominantemente seca y fría en el centro del año y otra cálida y lluviosa en los dos extremos del año.
Los gráficos usuales están trazados convencionalmente en base al inicio del año nuevo en Enero desde el enfoque de los países del hemisferio boreal, criterio que se ha impuesto en todo el mundo y que para efectos administrativos e internacionales se puede mantener. Pero para visualizar de otra manera y extraer más elementos para la comprensión de nuestra característica climática deberíamos rescatar una mirada ancestral consecuencia de milenios de observación de la realidad y de profunda comprensión necesaria para habitar y desarrollar su vida; la visión andina de la temporalidad cuyo año nuevo comienza a fines de junio en el solsticio de invierno, y si queremos ponerle fecha, entre el 22 y 25 de junio hasta el 21 de junio del siguiente año. Fecha en la que comienza el año pero también el nuevo ciclo agrícola. Entonces deberíamos representar el gráfico anterior de esta forma:
Esta gráfica que va de julio a junio para el hemisferio austral, si bien está elaborada con los mismos datos que la anterior, muestra sin embargo con mucha claridad, otro tipo de curva que caracteriza el clima de Cochabamba. En estadística se llama “curva normal” o “campana de Gauss”. También vemos que ésta no es totalmente simétrica desde el centro. La temperatura comienza a elevarse en septiembre, antes de la época de lluvias. Las lluvias más importantes se desplazan hacia enero y febrero y la humedad ambiente permanece más tiempo hasta mayo. Por otra parte, el punto donde se cortan las curvas de temperatura y precipitación, nos muestra con claridad el inicio de la estación lluviosa que va de octubre a abril.
Si bien esta gráfica ha sido elaborada en base a los promedios de las principales variables del clima lo que aún nos permite caracterizarlo mejor son las máximas y mínimas.
Lo que se puede interpretar del cuadro es que todo el año tenemos una media de temperaturas máximas de entre 23 °C a 28 °C en forma sinusoidal. Descenso en febrero, aumento en abril, descenso en junio julio, y aumento de septiembre a diciembre, habiendo alcanzado una máxima extrema de 34.9 °C en diciembre de 1997 según AASANA. En cambio, las medias de temperatura mínima son una curva normal. Descienden de 12 °C a 1 °C habiendo alcanzado una mínima extrema de 7 °C bajo cero en junio de 1973. Cuando en un clima como este en la estación seca y fría, la diferencia en 24 horas sobrepasa los 20 puntos en una buena parte del año, estamos ante un clima semidesértico lo que muestra la línea blanca de los valores de la diferencia entre máximas y mínimas para los meses de mayo, junio, julio y agosto. Esto se confirma con la vegetación originaria característica de los valles: Acacias, Molle, Kewiña, Algarrobo.
Otros datos que apuntan en el mismo sentido son la humedad relativa ambiente y las precipitaciones pluviales.
Sabemos por los datos de ambas variables que Cochabamba tiene clima seco porque llueve poco, 456 mm . totales acumulados al año pero, en época de lluvias tampoco llueve todos los días entonces cuando llueve, llueve torrencialmente en forma de chaparrones ocasionados por los frentes fríos y húmedos que vienen del sur y se estacionan en los valles. Para tener una idea hay que considerar que de esos 456 mm . anuales, sólo en 24 horas puede llover 74 mm ., que, es la máxima de precipitación para un día registrada como máxima extrema en 50 años por AASANA. Y nos inundamos
Esta característica ocasiona múltiples consecuencias. En primer lugar que la humedad relativa ambiente se mantiene excesivamente baja todo el año entre 35 y 58 %. En segundo lugar, cuando llueve, llueve torrencialmente. Encuentra abajo la ciudad construida que ha cubierto con edificios y asfalto la gran mayoría del suelo y en los alrededores terrenos sin ninguna cobertura vegetal, tierras secas cuya capa superficial se ha endurecido y casi no absorbe lo que llueve. Todo lo que llueve resbala hacia el río o a las zonas más bajas del sur donde todo se inunda. El agua al resbalar se lleva la poca tierra orgánica que pueda haber en la superficie lo que la hace más árida todavía. Y todo esto se muestra en la baja humedad relativa constante en el ambiente. Este proceso conduce indefectiblemente hacia la desertificación. Seguirá lloviendo estacionalmente y torrencialmente e independientemente de lo que ocurra en los valles pero nosotros viviremos en un clima cada vez más caluroso y seco en época de lluvias, y más frió en las noches y amaneceres de “invierno”.
De ésta manera, el ciclo temporal anual para los andinos, después de haber observado atentamente los desplazamientos del sol en el horizonte y las características del clima, llegan a la conclusión que existe un ciclo anual para el tiempo cuyas diferencias con occidente son muy claras. En primer lugar el año comienza en Julio. En segundo lugar sólo existen dos estaciones bien marcadas y bien diferenciadas: la fría y seca y la cálida y lluviosa que tiene como en el grafico del día, una zona de transición en el medio de ambas y que permite extender o recorrer el inicio de cada estación según las particularidades de cada año, según también a un principio andino que dice: que algo en el Pacha va a suceder, todos estamos de acuerdo, pero cuándo va a suceder exactamente, en eso no estamos tan seguros. Veamos el gráfico al costado que representa el ciclo anual andino del tiempo.
Hay dos cosas que hay que resaltar en el gráfico. Si bien los nombres de los meses se mantienen aquí como los conocemos, es imposible que los andinos los hayan conocido con esos nombres. Claro que ellos tenían además de la noción de día y de año la de mes pero era un mes lunar de 28 días mientras que el día es solar y el año es solar y lunar. El hecho que las estaciones del año estén un poco desplazadas hacia la derecha en el gráfico se debe a nuestra ubicación entre el Ecuador y el trópico de Capricornio al sur de la línea del ecuador, es decir, para Cochabamba latitud sur 17º 25’ .
Ideas del Espacio
Es necesario todavía hablar de la noción de espacio andino que aun que se presente separada del tiempo aquí, veremos que tiene la misma matriz estructural y es una sola para tiempo y espacio.
Hay dos fuentes principales en las que podemos indagar el espacio en los Andes. Una es la idea que todos los pueblos y culturas del mundo tienen de sus orígenes. Occidente los ha llamado mitos de origen pero tienen una virtud y es que su relato por más fantástico, asombroso o imposible que sea, siempre pasa por estructuras de pensamiento de lo más profundas, arquetípicas y esenciales y nos permite acercarnos a esa matriz fundamental. La otra es el territorio tal como se apropian de él y lo interpretan, le dan una estructura en todas sus escalas.
Antes que hacer un análisis de los mitos de origen, que es lo que hace Fernando Montes en su tesis [4], vamos a extraer de estudios realizados al respecto, los componentes y las relaciones de la noción espacio-temporal de los andinos: PACHA, que está subsumida en ellos y es coherente con la manera en que su pensamiento interpreta la realidad que se le ofrece.
Esquema estructural de los Mitos en F. Montes |
La dimensión espacial en el mundo andino surge con el origen de la etnia de manera telúrica es decir la conciencia de la relación de la tierra sobre sus habitantes y de las fuerzas de la tierra y el cosmos como númenes. De la construcción de una estructura para los mitos andinos que es también genérica por los elementos y relaciones que establece realizada por Fernando Montes, hemos esquematizado esa estructura en un diagrama de movimiento circular y espacial en el sentido vertical como se ve en la gráfica.
Aquí se puede apreciar que la cosmovisión andina reconoce tres niveles para el espacio en el momento de origen, el Alajpacha, el Akapacha y el Manqhapacha. Como son movimientos de fuerzas que se realizan desde abajo y desde arriba sobre la realidad, le he asignado su carácter vertical y configuran el espacio tiempo del pacha vertical y que si bien ha ocurrido en un pasado ignoto, está siempre presente en la conciencia del aquí y del ahora. Con el fin de integrar esta estructura tripartida y movimientos de abajo y de arriba de las fuerzas en su concepción del origen, con el espacio vivencial donde se desarrolla nuestra vida que más bien está caracterizado por lo dado en el territorio, nos muestra conformaciones geográficas variadas de mesetas, valles y cordilleras.
Hemos elaborado una distinción conceptual entre Pacha Vertical mítico y Pacha Horizontal, existencial vivencial que pueden de esta manera quedar integrados en un solo esquema que represente al Pacha como totalidad espacio-temporal que aparece en el esquema. La distinción separa estas dos realidades pero es necesario comprender que solo tiene un propósito analítico y es un imperativo académico porque son realidades distintas. Pero como la realidad es un todo complejo debemos tratar de ver de integrarlas aunque tengan naturaleza diferente.
La dimensión existencial o Pacha horizontal ha sido estudiado por andinistas de distintas profesiones, unas veces como espacio simbólico, otras como estructura territorial y otras como parte de la cosmología como la del Dr. Van den Berg, pero si todas ellas hablan de dualidades o particiones de dos componentes (reconociendo que no son opuestos excluyentes sino complementarios), es porque han omitido u ocultado la del centro que en el esquema anterior abre la dimensión mítica aunque su naturaleza sea distinta, es decir trascendente pero que, también tiene su existencia inmanente en el territorio. Entonces se puede decir que este tercer componente ausente despliega dos realidades distintas a la vez. Por un lado es una entidad territorial material concreta pero distinta de las mitades y por otro lado, se abre a otra realidad, la trascendente, la mítica que también es tripartida. Lo mismo sucede si partimos de la dimensión mítica y pasamos a la existencial. Entonces el tercer componente es de naturaleza articuladora entre realidades. Si estudiamos el Pacha horizontal, o espacial o territorial de esta manera, inmediatamente ingresamos en la complejidad y en el pensamiento trivalente que habremos de postular en otro momento, posteriormente.
Comprobemos esta hipótesis con algunos casos ya estudiados.
El primero es el esquema construido por T. Bouysse-Casagne sobre la ocupación territorial de los señoríos aymará en el altiplano y valles. [5]
Este esquema no es un mapa territorial. Fue elaborado con base documental sobre unas listas de mitayos que participaban en las labores mineras de la colonia consignando lugar o mejor ayllu de algún señorío por Capoche. La reconstrucción zonificada permite apreciar visualmente la correspondencia casi exacta de la organización social agrícola con el territorio y éste dividido en dos mitades complementarias Urcusyus y Umasuyus con el sistema hídrico lacustre del lago Titicaca en el medio. Ver esquema con colores.
De ahí, entonces, se ha podido elaborar otro esquema más abstracto que representa a éste más concreto, encontrando la dimensión simbólica en la que tanto las mitades como el centro hídrico lacustre ingresan, asignándole sentidos como “lo de arriba”, varonil, fuerte, valiente, valor, ánimo, esfuerzo para el vocablo “urcu” y que le corresponde a los suyos y a la gente que habitaba la mitad izquierda de cada señorío aymará. De la misma forma para la mitad opuesta “uma” asignándole significados asociados con agua como dócil voluble, lo bajo, los valles, etc.
El tercer componente, el del centro ha usado el término aymará “taypi” que significa en medio o mediano que en este caso lo constituye la hoya del lago y los ríos que la alimenta y desagua y no pertenece ni a “urco” ni a “uma”, que participa de ambas, que las vincula y delimita asegurando la unidad y el equilibrio. Pero al ingresar en la otra dimensión trascendental y simbólica abrimos para taypi su capacidad creadora, generadora de gentes, héroes civilizadores y dioses, el Lago Sagrado.
El otro caso estudiado por Gabriel Martínez [6] abarca todas las escalas del espacio de un conjunto de estancias, comunidades o ayllus, comprendidas en una unidad social y territorial aymara, y cómo ha organizado su espacio existencial.
El suyu de los Isluga está ubicado al otro lado de la frontera con Chile apoyado a la cordillera occidental en estancias distribuidas longitudinalmente a lo largo de la cordillera y todas ellas gravitando alrededor de Pueblo Isluga, deshabitado todo el año excepto en la fiesta del pueblo en la que participan todos y ocupan las casas familiares que cada familia posee en el pueblo.
Lo interesante es que el pueblo está organizado conforme a la procedencia de cada estancia perteneciente a cada una de las dos mitades en zonas perfectamente identificables. La del este corresponde a Alajj saya (en celeste en el plano). La del norte y sureste a Manqha saya (en anaranjado en el plano) separada en dos por haber localizado la zona del centro entre las dos partes de la mitad Manqha, destinada al recinto plaza (3), la iglesia (1) con su torre exenta (2) y una turbera destinada a cultivos y ceremonias rituales agrícolas (en color verde en el plano urbano más abajo).
Volvamos a la escala del suyu Isluga. Se ha constatado por Martínez que el suyu Isluga está organizado en dos mitades: Alajj saya y Manqha saya es decir el todo dividido en dos mitades complementarias; la de arriba Alajj y la de abajo Manqha. El territorio que las divide y articula entre sí es el pueblo. Pero el pueblo es una entidad espacio temporal concreta, distinta de las comunidades y parcelas agrícolas que, tienen sus terrenos, (espacio extenso) y su temporalidad propia de siembras y de cosechas, por tanto anual y cíclica. El pueblo también tiene su territorio pero su espacio es intenso y su temporalidad, si bien está en una fecha determinada, esta fecha permite que los habitantes que se reúnen allí para festejar ingresen en otra temporalidad la de la fiesta, la de la conmemoración, la de la transposición del tiempo ordinario al tiempo extraordinario. Es un portal temporal. En resumen, a la intemporalidad del tiempo extraordinario donde el tiempo pasa de otro modo. Entonces el pueblo no es meramente un pueblo cualquiera, es el lugar ritual donde ocurre la fiesta y es posible ingresar en ese tiempo desde allí, es el centro de su mundo y adquiere las cualidades del Taypi en el mundo andino.
La organización espacial del pueblo es homóloga a la del suyu solo que en un ámbito distinto, el del medio, el extraordinario. Si el suyo tiene una estructura tripartida constituida de las mitades, la de arriba y la de abajo mediada por el pueblo, el pueblo también tiene la estructura homóloga, la del barrio que les corresponde a las familias de la mitad de arriba y el otro barrio que le corresponde a los de abajo. Como el centro del pueblo se ha encajado en la mitad de éste segundo barrio lo ha dividido, pero no con el propósito de crear un tercer barrio sino porque no se podía construir y ocupar la turbera y sus chacras rituales que tampoco se podían recorrer. Entonces los terrenos que ocupan el centro religioso, festivo y ritual lo constituyen la torre masculina, la iglesia femenina y la plaza y pampa andróginas que, nuevamente nos colocan en otra tripartición en el interior del tercer componente del lugar pueblo.
Para cerrar el ciclo espaciotemporal, hemos encontrado un esquema elaborado por T. Bouysse Casagne y Olivia Harris en un ensayo “Pacha: en torno al pensamiento aymara”. Cuando al analizar las diferentes edades mitológicas con base léxica, distinguen la edad del Taypi, el inicio en el centro, Tiwanaku (Taypi Kala, la piedra del centro), la edad del Puruma lo oscuro, desierto, salvaje y la sociedad sin estado. Si el Taypi representa la máxima concentración, las fuerzas de Puruma representan la difusión en los bordes que dividen lo que normalmente está reunido y generan la edad del Awqa, de la guerra, de las fuerzas excluyentes. Tiene que aparecer la noción de Kuti o vuelco o inversión o alternancia de contrarios en el instante del Pacha Kuti para que las fuerzas se dirijan de nuevo a la convergencia, la complementariedad de contrarios con el Tinku en un igualamiento o balanceo equilibrado.
Si volvemos a los casos presentados aquí, que tenían el propósito de identificar componentes del espacio en distintos tiempos y mostraban dos instantáneas en el tiempo, la primera, la época de los señoríos aymaras que estaba en la edad del Awqa pero que estaba conformada territorialmente con los mismos componentes tripartidos de siempre, podemos también reconocerlos en el esquema. Y el segundo caso, las comunidades actuales de Isluga que está en la edad actual, en la edad posterior al Pacha Kuti del esquema, también utiliza los mismos componentes tripartidos. Lo que cambia es la dirección de las fuerzas, no los componentes. Las primeras son centrífugas a partir del centro Taypi, mientras que las segundas son convergentes a partir del Pacha Kuti hacia el Chicatha, hacia el encuentro hacia el eje mediano y se vuelve a cerrar el círculo.
Es un breve compás en la respiración del cosmos tripartido andino.
Notas
[*] Así como los Mayas nos dejaron el resultado de una cuenta larga del tiempo en 5124 años, para el presente año hasta el 21 de diciembre, los chinos festejaron el 3 de febrero el inicio del año 4709. Para los Andinos estamos en el 5518 hasta el 21 de junio.
[1] Ideas relacionadas con este resumen se pueden encontrar en Stephen W. Hawking, Historia del Tiempo, Alianza Editorial, 2003. Madrid.
[2] Teología Fundamental, Documento de estudio a distancia de la U. Católica.
[3] Raúl Prada Alcoreza, La insurgencia aymara, artículo en revista Contacto 29/30 de Abril/Mayo 1988. Págs.. 37-45.
[4] Fernando Montes Ruiz, La Máscara de Piedra, Editorial Quipus, 1986, La Paz. Pág. 62
[5] Therese Bouysse-Casagne, La Identidad Aymara, La Paz, Hisbol-IFEA, 1987.
[6] Gabriel Martínez, Espacio y Pensamiento, Andes Meridionales, Editorial Hisbol, La Paz, 1989.
Gracias, me sirvió mucho :)
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