Reflexiones Ónticas y Descolonizadoras
Nuestro Estado Plurinacional es un Estado organizado territorialmente. Esto
quiere decir que cualquier pedacito de tierra es parte de alguna ciudad, algún municipio o algún
territorio de una comunidad indígena. Es decir que la totalidad del territorio
nacional por un lado pertenece a algún municipio, pero con la nueva
constitución, cada fracción de tierra, está gobernada por alguna autoridad,
poder o dominio específico. Es decir que es territorio jurisdiccional y está
sometido a la carta magna.
Pero un territorio
no lo termina constituyendo sólo una superficie de tierra concreta y el
establecimiento de una jurisdicción concreta sino que es el resultado de un
proceso de construcción social y cultural de una serie de actores que lo crean.
De tal manera que, así como no puede haber sociedad sin territorio, tampoco se
puede hablar de territorio sin tomar en cuenta lo que significa para la
sociedad, ese pedazo de tierra en el que ha construido, ha modificado su geografía,
ha sembrado, ha imaginado cosas, se ha identificado con esa tierra, y lo hace
emocionar.
El primer concepto de territorialidad
se desarrolló por la etología, estudiando los animales en su entorno, que
posteriormente pasó a las ciencias sociales como un concepto del comportamiento
individual y colectivo. Es la propiedad o cualidad que tenemos tanto animales
como el Hombre de necesitar una determinada fracción de espacio que la hacemos nuestra y la sentimos propia para desarrollar nuestra vida en
condiciones adecuadas, es decir vivir
bien. Es el lugar de anclaje en el mundo. Es una necesidad biológica casi
instintiva; como la tenemos en un nivel subconsciente y siempre latente, cuando
no se cumple incide con una sensación de malestar o de desajuste de nuestro estar en el mundo.
Según
Mazurek (2006), el territorio tiene cinco características que hay que tomar en
cuenta para su adecuada comprensión.
1.- El territorio es localizado y más que la ubicación geo-referenciada de latitud y longitud geográficas que nos pueden llevar fácilmente a su ubicación sobre el
globo terrestre, importan sus características y cualidades naturales
específicas.
 |
Valle Bajo al pié del Tunari |
He
llegado al convencimiento que es totalmente diferente el proceso de estar en el
mundo de un habitante de un lugar cuando éste habita
en una planicie infinita cuyo horizonte es una línea que separa la tierra del
cielo de aquel otro habitante cuyo horizonte está
ocupado por la presencia majestuosa y telúrica de los colosos montañosos de los
Andes y donde la línea abstracta recta y geométrica se vuelve figura y se
desplaza hacia arriba o hacia abajo. Esta presencia del horizonte recortado y
desplazado y con forma tiene necesariamente que incidir en la manera de pensar,
concebir y estructurar el lugar en un lugar siempre con “arribas” y “abajos”
respecto del centro. “Valle Alto” y “Valle Bajo” en Cochabamba por ejemplo. Cuando esto no sucede, como la otra situación, el hombre
se ve obligado a establecer un sistema abstracto ya no inmanente al lugar, sino
sobrepuesto, como el sistema de ejes cardinales de orientación (norte, sur,
este, oeste o “cardo y de cumano”
en las ciudades coloniales y campamentos militares romanos) que le permita
encontrar alguna base o punto de estructuración en el trazado o la construcción,
a esa planicie sin estructura. Esto hace una gran diferencia, mientras que en
el último, hay ausencia y es necesario poner alguna referencia abstracta, en el
primero hay presencias que es necesario interpretar e incorporar al mundo de
cada lugar. Entonces ya no importa tanto la correspondencia de los elementos
direccionales del lugar con las coordenadas cardinales sino que empiezan a cobrar mayor importancia
las otras direcciones hacia las figuras de los elementos de los cerros,
montañas especiales, símbolos religiosos o monumentos cívicos, construidos
encima de ellos.
Por
tanto, la comprensión de un territorio tiene que ser local, y desde lo local;
de ahí que se habla de localidad como el conjunto de cualidades y
características propias y únicas del territorio que un grupo societal le reconoce al territorio
estructurado por él.
2.- El territorio se basa en un
proceso de apropiación, es decir de construcción de una identidad a su
alrededor.
Por eso, existen signos de apropiación que pueden
ir desde la denominación hasta la delimitación de
fronteras, pasando por formas abstractas de reconocimiento.
En
Cochabamba, como en cualquier lugar del planeta, tenemos infinidad de ejemplos
del proceso de territorialización en la denominación de lugares. Lo que llama la atención en
el valle en cuanto a los nombres de lugares (toponimia) se debe a que es una
zona del país donde se habla quechua principalmente y habitualmente, sin
embargo la mayoría de los nombres de barrios, cerros o lugares están en idioma
aymara. Esto es algo que causa mucha sorpresa a los actuales nativos de la
llajta cuando uno lo menciona porque parece que lo han olvidado o ya
no lo quieren recordar.
 |
Cerro Tunari después de una nevada en las alturas |
Comencemos
por el más emblemático: el cerro Tunari. Es un término del aymara
que significa “el pequeño que hace” es decir que ejerce la fuerza que se le ha
reconocido al designarlo como el cerro tutelar del valle cochabambino y es el
pequeño de todos los Apus del territorio andino si lo comparamos
con los otros que están rodeando el altiplano y sobrepasan los 6.000 metros de
altura. Entonces, para un andino hay cerros
y hay Apus y la diferencia no es la altura o la forma sino que los Apus son la
encarnación en cerro de un espíritu ancestral, genealógico protector, una
fuerza numinosa con la que la comunidad y los individuos deben mantener
relaciones específicas para apaciguarla y recibir sus favores e integrarla a
las entidades del lugar y de ésta manera contribuir responsablemente para que
el mundo funcione y para conservar el orden de nuestro mundo y de la tierra de
la que todos dependemos.
 |
Cerro San Pedro al atardecer |
Ahora es interesante que justo al frente del Tunari,
el primero que recibe los rayos del sol en el valle, en el otro extremo del
valle, se halla ubicado otro Apu, el Tata Kiri Kiri que del aymara significa
señor de los hechizos y que con la fundación de Cochabamba cambia de nombre a
cerro San Pedro y que con la última proliferación de sectas, los católicos
deciden construir encima el Cristo de la Concordia en una nueva acción de
sobreponer, cubrir y hacer desaparecer a cuanto lugar sagrado existía en el
mundo andino, con un edificio o un símbolo religioso y con ello no hacen más
que reforzar la creencia intemporal del hombre y de muchas culturas que la
tierra está viva.
 |
Kollcas de Cotapachi |
La propia Cochabamba (Kocha Pampa) fue sin lugar a
duda una pampa con algunas cochas (charcos de agua) cuando llegaron sus
primeros habitantes y esa característica descriptiva se conservó hasta su
última denominación en idioma quechua para pasar al castellano como lo que
quedó. No hay que olvidar a Cala Cala (Kala Kala) un barrio residencial de la
ciudad cuyo nombre proviene del aymara Kala = piedra, y su repetición nos
implanta la idea de pedregal; otro barrio Queru Queru (Kero) vaso de cerámica
de los que se hacían en Tiwanaku y de los que se han encontrado una infinidad
en estratos arqueológicos correspondientes a esa cultura que también estuvo en
el valle, siendo el valle parte del territorio tiwanacota. Pero también
Colcapirua (Kollca Pirwa) municipio vecino de Cochabamba que pertenece a
Quillacollo y cuyo nombre combina tanto del aymara como del quechua la idea de troj
o almacén o depósito de productos agrícolas de los que los Incas construyeron a
lo largo de su imperio con una tecnología todavía sorprendente para la adecuada
conservación de los productos.
Otra temática de la apropiación del territorio se
refiere a los límites y fronteras. Cuando se definieron los límitess
departamentales ya empezaron a aparecer problemas de comunidades indígenas que
quedaron divididas o de conjunto de mitades donde una mitad quedó en un
departamento y la otra en el otro. Actualmente todavía persisten estos
problemas. La diferencia es que hoy los actores ya son visibles y con derechos,
antes no lo eran y sus conflictos se los puede procesar de otro modo y no sólo
políticamente.
 |
Zona del conflicto |
Ejemplos de todo esto fueron las guerras entre ayllus de Laymes
y Jukumaris, el conflicto entre Oruro y Potosí, el conflicto entre Cochabamba y
Beni en la zona del Tipnis (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro
Sécure).
De la misma manera dentro de las grandes ciudades se
plantean problemas de otra índole en los límites que se han establecido al
municipalizarse el territorio de una ciudad quedando pedazos de las ciudades en
otro municipio o las propias ciudades enclaustradas por otros municipios impidiendo
que dispongan de territorio sin construir y tampoco sin botadero de basura o
problemas serios de abastecimiento de agua.
También los territorios de las diásporas y de los
desplazados de la Tierra que en realidad son propiamente territorios de otra
naturaleza. La territorialidad de las diásporas pone en una situación difícil a
cada miembro de un grupo étnico o religioso que ha sido dispersado en contra de
su voluntad, planteándoles cómo vivir en un nuevo territorio sin seguir
identificándose con el anterior, incluso teniendo la posibilidad de reagruparse
en otra parte o permaneciendo indefinidamente en ese nuevo lugar manteniendo
una conexión real o imaginaria con el lugar de origen. Ejemplo de ello son los
zafreros de Potosí que se ocupan en Santa Cruz o en el Norte de la Argentina. Cuando
ya no regresan y se dispersan en el interior de esas sociedades para sobrevivir
como puedan. La problemática de los desplazados nos plantea una situación
límite donde grandes grupos humanos se mueven de sus países por conflictos
bélicos o por falta de trabajo o tremendas sequías o inundaciones en sus países
de origen a otros países o a través de muchos países a otros continentes
inclusive.
Alguna vez escuché que esta será la tendencia
que nos mostrará el mundo en el futuro próximo si es que no cambian las maneras
de relacionarse de los países más ricos con los más pobres de la Tierra.
3.- El
territorio es un producto de la actividad humana.
Existen procesos de
manejo y de transformación del espacio
que muestran cómo el hombre se ha apropiado de él.
El
paisaje es la forma más visible e integrada de la acción del hombre sobre la
geografía, que acumula, deja huellas, e inscribe y amontona las prácticas
territoriales de acuerdo a su historia, su cultura y el nivel tecnológico
alcanzado.
Un lugar paradigmático concebido y construido con estas
ideas y principios es Machu Pichu. Según el arqueólogo Johan
Reinhard, la ubicación del lugar estaría determinada por la alineación entre el
Huayna Pichu, Apu de la ciudad y el Salcantay, cerro sagrado y nevado en
dirección sur, pasando por el Inti Huatana, lugar más sagrado en el interior de
Machu Pichu. Una alineación de las que eran frecuentes entre los Incas. Si bien
Binham, el redescubridor de las ruinas, le confiere a la piedra sagrada de Inti
Huatana la propiedad de amarrar al sol por su orientación cardinal, los Incas
tenían respecto a nuestros ejes cardinales una concepción bastante diferente.
Estaban seguros de que el sol siempre salía por el este pero unos cuantos días
al año nada más y después éste se iba recorriendo hacia el sureste o al nordeste hasta llegar a puntos máximos en su desplazamiento. Estos
puntos máximos sí les interesaban y no el Este mismo que está en medio de este
desplazamiento como un promedio, porque si el sol seguía desplazándose más
hacia cualquiera de los dos lados, podía no volver nunca más y esto si era una
catástrofe.

Estos puntos máximos de desplazamiento hacia el norte y hacia el
sur, se producen con los solsticios de inverno (21 de junio) y verano (21 de
diciembre) y eran momentos del año muy importantes, eran momentos de cambio, de
vuelco, un pacha kuti anual. Eran momentos de inflexión, el inicio de un nuevo
año, el inicio de un nuevo ciclo en la circularidad del tiempo y había que
dejarlos inscritos en la roca.
Se ha descubierto hace pocos años, en la isla del sol en el
lago Titicaca, incluso el corte de un cerro para conservar la alineación de
unas islas del lago con la salida del sol en el solsticio de invierno donde el
Inca realizaba una ceremonia anual en la roca sagrada de ésta isla y el marcado
de éste punto máximo de desplazamiento del sol con muros de piedra para
enmarcar al sol en su plenitud visto desde la roca sagrada.
 |
Territorio Tiwanaku (900 - 1000 d.C.) |
Gracias a unos trabajos arqueológicos recientes en la isla
Pariti del lago Titicaca que corresponden a la etapa última de Tiwanaku (900 y
1000 d.C.) se puede intentar una imagen de ese territorio en ese momento
crucial del tiempo en el que se produce por un lado una gran sequía muy larga y
prolongada que no permite sustentar la alimentación y ocasiona terribles crisis
a la organización teocrática del estado tiwanacota.
Pero por otro lado la alianza de la ciudad estado de Tiwanaku
con la ciudad estado de Wari en Ayacucho que controla otra gran porción del
territorio del sur del Perú desde las cercanías al lago hasta la costa de Ica, de carácter
más militar y que juntos tratan de consolidar un territorio imperial
significativo, el más significativo de su época.
Se trata de unos pozos
al lado de un muro (presumiblemente de un templo de la Isla) donde sacerdotes
tiwanacotas entierran en forma ritual una cantidad enorme de cerámicas, rotas
previamente, junto con tinajas intactas en un aparente acto de contrición o
cambio de dirección de las creencias espirituales que muestran los motivos
pintados en la cerámica. Hay muchas cosas inusuales en estos enterramientos. En
términos cuantitativos aparecen cantidades mayores de algunos tipos de cerámica
que las usuales en enterramientos rituales en la ciudad de Tiwanaku. Los
challadores que son vasijas cónicas abiertas que terminan en mango en el otro
extremo. Estos están pintados por dentro y no por fuera. Los motivos están más
relacionados con circunstancias en las que irrumpen las fuerzas manqa más que
con los tradicionales motivos habituales de la cerámica tiwanacota incluso en
uno de estos challadores aparece un enorme animal alado con cabeza reptílica y
colmillos que está devorando a un tiwanacota por la cabeza. ¿Se trata de un
dragón?
No hay que extrañar la presencia de dragones en los Andes.
Por lo menos hay antecedentes en Chavín de Huantar de un período draconiano en
sus cabezas clavas en los muros
en ese lugar pero 2000 años antes que lo que estamos considerando. Además hay
otro indicador muy significativo. Y
también se reporta en la cerámica algunas características de la cerámica
tiwanacota desarrollada en Cochabamba y no en el Tiwanaku nuclear, o por otro
lado en un Keru aparece la imagen del Inti con rayos de sol alrededor del
rostro como la que está esculpida en la Puerta del
Sol
sólo que en este caso la boca tiene colmillos.
 |
Keru en Pariti |
Todo esto nos muestra el carácter complejo de la
construcción de un territorio y más aún en un momento crítico en el que se
cambia o se prueba otra dirección en el proceso de territorialización
Si bien Machu Pichu y Tiwanaku son
casos de asentamientos precoloniales que se preservan como patrimonio de
la humanidad, aquello que llamamos la Ciudad actual es el elemento de mayor
impacto en el territorio, en el paisaje y es la forma más usual de la
territorialidad del hombre en este mundo.
Quizás valga la pena de mencionar
cómo fue que el valle agrícola se convirtió en espacio urbano en un proceso de
desterritorialización que ya no tiene freno en la sociedad actual.
Cochabamba no fue
parte del “centro” del territorio aymara posterior a Tiwanaku sino que fue
siempre un enclave agrícola de las etnias del altiplano en otro piso ecológico,
como parte del archipiélago territorial que caracterizó la ocupación de
nuestros pueblos originarios del territorio andino nacional. Los valles en
Cochabamba, tampoco tuvieron una sola etnia a pesar que dependía
territorialmente de Paria, la capital de uno de los señoríos aymaras, sino que
usufructuaban una gran cantidad de etnias de diferentes regiones, de las bondades
agrícolas de los valles. Cuando los incas llegan al valle, reconocen su valor
productivo y reconocen, también, el mismo patrón de ocupación territorial que
ellos usaron, junto con traslados y reemplazos poblacionales para el control y
dominación de los territorios ocupados e incorporados al imperio. Según se
sabe, fue Huayna Kapaj el que organiza y distribuye las tierras con esa
autoridad administrativa magna e incuestionable y con el principio de
reciprocidad que los caracterizó, asignándoles tierras a todas las etnias que
ya lo ocupaban reunidas todas al costado oeste del valle y reservando el resto
para el estado teocrático que él dirigía.
A partir de la
colonia, el sistema agrícola andino es desestructurado y se produce un gradual
retorno de sus habitantes a sus tierras de origen y es reemplazado por la gran
conurbación extendida, poco densa, semi-agropecuaria y semi-urbana que es la
ciudad actual. Y a pesar de todo, no dejan de estar presentes aquellos
elementos cosmológicos con una pachamama urbanizada, un apu protector Tunari,
una virgen de Urcupiña, un Cristo de la Concordia y un arriba y un abajo
respecto al valle central que caracterizan la cosmología llajtamasi (los
pobladores de la Llajta) y son componentes del territorio de la llajta y de su
apropiación.
 |
Ubicación de Inkaraqay en el valle |
Si analizamos comparativamente los criterios para la
localización de dos asentamientos en los que intervinieron cosmovisiones
diferentes, Incaraqay y Cochabamba colonial, podemos apreciar similitudes y
diferencias. Incaraqay se construye
porque estaba en el trayecto que iba de los valles del Collao hacia el Cuzco
por el camino incaico. También se construye allí arriba del valle pero al pié,
como atalaya desde la que se divisa todo el valle y se puede controlar los
mandatos emitidos por el Inca en su visita ordenadora y convincente. Se ubica
cerca y por encima de la mayor concentración de parcelas reconocidas como
productoras complementarias de los centros en el altiplano y cerca de los silos
de Cotapachi cuya reserva era para el estado y para el reparto de reciprocidad
en otros sitios del imperio. Y también se construyo allí para la larga
negociación que tuvo que afrontar Huayna Kapaj en su paso por el valle, hasta
que todos, muchísimas etnias, quedaran convencidos y conformes con las
decisiones tomadas en esa oportunidad.
Cuando el sistema incaico desaparece deja un vacío
administrativo momentáneo y el orden acordado ya no tiene sentido, la gente
empieza a retornar a sus comunidades, la producción decae y queda sin propiedad
gran parte del valle que es usufructuado, ambigua y sin mucho entusiasmo, por
la gente que quedó hasta la llegada de los españoles que empiezan a apropiarse
y recibir en encomienda las tierras que otrora fueron del Inca.
Primero se fundan los pueblos cercanos como El Paso y después
Cochabamba. Hay que mencionar tres datos interesantes sobre la ciudad de El
Paso. Primero, que junto con Sipe Sipe, son mucho más antiguas que Cochabamba
perteneciendo a la jurisdicción de dos señoríos aymaras diferentes, la primera
a los Charcas y la segunda a los Soras. Segundo, que la ciudad de El Paso
estaba organizada en dos mitades, la del norte para los indígenas de la mitad
Hanansayas y la del sur para los de la mitad Hurinsayas, ambas reunidas en su
centro con la plaza y el templo de Santiago apóstol de El Paso, el más antiguo
de Kanata. Y tercero, cuando se realizan las reducciones de indios por
instrucción del Virrey Toledo, se recomienda usar el idioma aymara en la
catequización en El Paso, Sipe Sipe y Tapacarí mientras que para Tiquipaya,
Pocona y Misque se recomienda tanto el aymara como el quechua.
Mientras que el orden del mundo andino estuvo presente
marcadamente en gran parte del valle bajo y central, con la fundación de la
ciudad de Cochabamba se impone un orden distinto, un pensamiento diferente de
filiación occidental, aristotélico por tanto bivalente, el espacio urbano organizado
en damero en base al cardo y decumano de la
Roma
imperial, con edificaciones con patio por tanto de origen griego, romano y
andalucí y con un modo de vida colonial y por tanto segregador y marginador,
excluyente.
En cambio para los habitantes de las comunidades de diversas etnias que estaban ya en
los valles, la relación con un Apu (cerro protector) es vital para que el mundo
devenga en sus regularidades, y permita por intercambios recíprocos (ritos y
sacrificios) que la vida se desarrolle, es por tanto conveniente estar al pié
del Apu protector Tunari, y allí permanecieron. Para los españoles era más
conveniente estar lejos de las comunidades agrícolas para fundar una ciudad es
decir al otro extremo del valle junto a la loma de la Coronilla, al cerro San
Pedro y al río Rocha. Si lo vemos desde la analítica categorial occidental en
última instancia son los mismos criterios aparentemente: …junto a cerros y ríos
a un costado del valle y no en el centro. La gran diferencia es que occidente
define un cerro como: (Del
lat. cirrus, copo). m. “Elevación de
tierra aislada y de menor altura que el monte o la montaña. Geogr. Relieve de
forma de cono o pirámide truncados, a consecuencia de la mayor resistencia del
estrato superior, residuo de la erosión de materiales de origen sedimentario”.
Entonces no es lo mismo.
Y lo que está pasando hoy en la ciudad, o por
lo menos en Queru Queru es, una explosión de construcciones en altura
reemplazando antiguas casas con jardines grandes sobre un trazado urbano de
calles avenidas angostas. Si bien la densificación de algunos barrios de la
ciudad es una buena política porque la ciudad no puede seguir extendiéndose
indefinidamente, lo único que están logrando es la imposibilidad de
desplazarse, cómoda y habitualmente para ir del hogar (departamento) a la
oficina o al colegio porque la carga vehicular que arrojan las torres de
departamentos una al lado de la otra, materialmente es imposible de soportar por el trazado vial actual. Esto hace imposible moverse a ningún lado por
lo menos en vehículo. Nuestro mini Manhatan con nuestra mini burbuja
inmobiliaria basada en la pura especulación tiene que desmoronarse algún rato.
4.- El
territorio es dinámico.
Es decir cada territorio tiene una historia
y la construcción de un territorio dado depende en gran parte de su
configuración anterior.
Si
le aplicamos una mirada larga a la historia del territorio y le aplicamos el
criterio y los conceptos de la territorialidad para la interpretación, podemos
decir que el proceso en los Andes ha seguido un ciclo que comienza con el
origen de la civilización andina hace unos 5.000 años, probablemente en Caral
del Supe cerca de la costa del centro del Peru.
El
proceso de territorialización en el
sentido objetivo y concreto presenta como uno de sus casos más habituales, el
paso de una sociedad de pequeños grupos ambulantes por la superficie terrestre,
a la sedentarización y con ella a la construcción de ciudades y la división en
estamentos sociales con funciones diferenciadas, es decir una sociedad más
compleja en un espacio determinado. Este tipo de proceso también lo encontramos
en los Andes con el ejemplo mencionado de Caral. Sin embargo el territorio de
Caral no se limita a la superficie de la gran ciudad que la representa, sino
que hace que todo lo que está a su alrededor establezca lazos fuertes de
dependencia y complementariedad por ejemplo con todas las áreas agrícolas de
sus alrededores donde se sembraba algodón y legumbres, con las comunidades
pesqueras de la costa que trocaban el algodón para sus redes de pesca por
pescado, con los cultivadores de hoja de coca en las quebradas mesotermicas del
otro lado de la cordillera y con algunas zonas hacia el norte o hacia el sur de
su localización donde se produzca algo que la sociedad de Caral pueda consumir
o trocar en su enorme mercado central donde se intercambian productos, saberes,
ideas y cultura en general.
Ese
proceso de territorialización comienza allí por el 3.000 a.C., y prosigue hasta
el 1.530 d.C., aproximadamente cuando se produce el magnicidio del Inca, la
conquista y colonización de América con la llegada de españoles, portugueses y
posteriormente ingleses, franceses que producen un tajo radical al proceso y
comienza el proceso de
desterritorialización. ¿Cuáles son sus principales
características? Los esfuerzos y empeños por instaurar una sociedad colonial
con el control y dominación de un territorio en base a la evangelización, la
extirpación de idolatrías, la reducción de indios en encomenderos, la fundación
de nuevas ciudades, los censos de población, la sobreposición del calendario gregoriano al calendario cíclico andino,
la castellanización de la población asimilada, el inicio de la conversión de
habitantes en ciudadanos piadosos y creyentes de todos los indígenas y mestizos
que vivían en las ciudades, el reemplazo de la vestimenta autóctona por la
europea, etc.
¿Por
qué caracterizo esta etapa como de desterritorialización cuando se la podría
ver como un nuevo proceso de territorialización pero diferente del anterior? Pues
porque en la balanza hay mucho más elementos desestructuradores de un proceso
de territorialización donde el territorio sea entendido como la correspondencia
armónica y coherente entre la sociedad y su desenvolvimiento y, el espacio en
el que se desarrolla. Tampoco la sociedad es un bloque unitario y coherente
pero resulta que la mayoría de sus integrantes apuntan en un sentido opuesto a
la tendencia occidentalizante que muestra los esfuerzos por hacer su
correspondencia. Menos mal que el proceso de desterritorialización no ha
concluido y absorbido a la totalidad del espacio nacional. Claro que hay un pequeño sector de la población que
camina en esa dirección todavía pero ya sabemos las consecuencias catastróficas
de esa dirección. Macrocefalia urbana, congestiones vehiculares, polución
atmosférica, contaminación del aire y de las aguas, volúmenes de basura
inmanejables, etc.
Pero
la desterritorialización afecta de otra manera al individuo y con consecuencias
patológicas. Ya hemos dicho que una de las características del Hombre es la
territorialidad. Es decir que la relación del hombre con su territorio, con su
lugar es fundamental en la construcción de su identidad y esta se expresa a
través de la apropiación de un espacio imprimiéndole sus características
propias. Es decir que el territorio refleja la cultura y la sociedad que lo ha
formado que le ha imprimido su carácter, que le deja su sello propio, y cuando
este carácter y sello es tan general como lo que ocurre en todas partes del
mundo, deja de ser un carácter propio un sello distintivo un rasgo propio y ya
no es nada, se diluye. Y cuando ya no existe ocasiona desequilibrio, la persona
se desestructura, pierde su anclaje, es un ciudadano del mundo pero de ningún
lugar porque los lugares están empezando a desaparecer con la entusiasta y
generalizada construcción de no-lugares.
La
más reciente imagen filosófica de la sociedad occidental actual en la dirección
del tema aquí analizado la construye Peter Sloterdijk. El construye una imagen
morfológica del mundo poliesférico actual utilizando la metáfora de esferas que
responde según él a una morfología general del espacio humano.
 |
Instalación en base a Esferas |
El problema
humano fundamental actual, que hay que considerar según él, no es el tiempo
sino el espacio, esto es, que la vida es un asunto preeminentemente de forma
(en éste caso qué forma adquiere la vida en su manifestación) es decir de la
espacialidad que la vida crea y porta consigo. De esa manera es posible mostrar
a través de formas esféricas varias, en las que el hombre actual, occidental, encuentra y
construye sus territorios. Retoma la pregunta de Heidegger de esta manera: ¿dónde estamos cuando decimos que estamos en
el mundo? A lo que Sloterdijk responde estamos o somos en burbujas,
esferas, incubadoras, invernaderos donde el hombre se construye, se protege y
cambia. La vida humana se autoorganiza siempre creando espacios protegidos e
inmunes, del protoplasma a la vida intrauterina, del afianzamiento del hombre
en su identidad a la conformación de sus espacios íntimos, sus casas, sus
ciudades y sus espacios metafísicos e imaginarios.
En su obra retrata de manera exhaustiva y en un recorrido histórico el
proceso de territorialización por el que ha transcurrido la sociedad occidental
hasta llegar al momento actual. Ese proceso ha pasado por una gradual
ampliación del mundo pasando por la totalización en una imagen mundo tipo
globo, geocéntrica globalizadora hasta que gradualmente este globo se revienta
y nos deja sin afianzamiento.
En
“Espumas”, el tercero de su trilogía, ofrece una imagen de la implosión de
estas esferas protectoras, lo que da lugar a curiosas interacciones donde lo
que destaca es que la vida en su condición actual se desarrolla multifocalmente
bajo un régimen nuevo de complejidad. Una teoría, un mundo que a pesar del
generalizado discurso de la globalización, está marcado por el fin de una
imagen centralizada del globo omnicomprensivo y unitario por otra de tipo múltiple,
grupal, sectaria o tribal. Y de ahí sale el
intento de comprender la situación actual como la conexión entre sí de
“burbujas”, pequeños ambientes de aislamiento conectado (celulares e internet)
de diversidad de conexiones, de constante movilidad de los puntos conectados en
la irregularidad de la estructura total. Esa retirada o encapsulamiento del
hombre individualista de occidente, pero hiperconectado se rescata en la imagen
del movimiento de apartamiento del mundo para crear desde un departamento en un edificio, un mundo de
burbujas como espuma que borbotea en las ciudades múltiples y plagadas de no
lugares carentes de toda visión panóptica, de toda metáfora integradora en las
que vivimos hoy.
Esta situación es lo que Sloterdijk quiere
describir con la metáfora de la Espuma, un agregado de múltiples celdillas,
frágiles, desiguales, aisladas, permeables pero sin efectiva comunicación que
mantiene una estabilidad por liquidez en
una divisa postmoderna. La consecuencia es una ruptura de toda representación
de totalidad con consecuencias sociológicas y políticas correspondientes.
Ya se puede identificar según él otro mito divulgado
por los ideólogos de occidente y sus mercenarios por todo el mundo. El del
crecimiento acelerado y constante de la economía de los países y el chorreo de
excedentes hacia los sectores más pobres de la sociedad en una lógica capitalista que dominó el
paraíso neoliberal desde los 80 y que acaba de explotar como un globo fatuo. Ya sabemos que esto nunca sucedió y en su lugar advino la
acumulación incluso del excedente por una minoría y despertó nuevas formas de
codicia y de teorías académicas que respaldaban el fraude fiscal de la promesa
escatológica del libre mercado.
Entonces
estamos en la inmejorable coyuntura histórica y política de retomar y encausar
un proceso de reterritorialización para armonizar con la Pacha Mama y construir
nacionalidades, pueblos, ciudades y lugares para vivir bien.
5.- La definición de un
territorio es relativa a un grupo social.
Es decir que puede existir superposición de territorios de varios
grupos sociales o que la ubicación de la población no necesariamente corresponda a la del territorio.
Como
la definición de un territorio proviene de un grupo social debida a su manera
de entender la realidad volcando en ella e imprimiendo sus propias maneras de
pensar creo imprescindible mostrar qué características tienen ese estar-en-el-mundo
de los andinos y la conveniencia de asumirlas como propias para pensar nuestra
realidad.
Comencemos
con algunas condiciones ónticasde
la hermenéutica de los lugares en los Andes. Una postura óntica es un recurso filosófico que coloca la reflexión, un paso antes de la habitual pregunta por el ser de
las cosas. Esa pregunta indefectiblemente colocó la reflexión en el cauce de la
ontología ya recorrido y con las categorías ya utilizadas y de la manera ya
efectuada. Por ese camino ya no queda nada nuevo que decir. Por el contrario
una reflexión óntica permite siempre desde la experiencia concreta, encontrar
temáticas no incluidas en la reflexión de la filosofía occidental o formas de
pensar y vivir la realidad diferentes que nos posibilitan descolonizar el
pensamiento y reflexionar de nuevo nuestra realidad con nuevos elementos.
Occidente ha pensado siempre sólo el ser de las cosas,
el tiempo. Proponemos incluir el espacio en el estar-siendo como nuevo carácter
óntico del vivir en los Andes. El pensar el estar-siendo pareciera escamotear lo determinable y embarcarse en la indeterminación donde todo lo referente
a la determinación es relativa. El estar-siendo permite ingresar en una conciencia simbólica. Al
existir una especie de obsesión por la racionalidad que no permite ver otras
posibilidades, coloca éste pensar en la irracionalidad cuando, en realidad, hay
que descubrir otro modo de ser racional y no la ausencia de racionalidad
(¿senti-pensante?),
o como declara Punset, “la racionalidad al servicio de las emociones” en la
medida en que nos consideremos seres emocionales que de rato en rato nos
ponemos racionales. El estar-siendo desde su interioridad nos sugiere entonces
un fundamento emocional pero no como
lo impensable sino como lo no pensado aún así, y que se coloca en el pensar en
general en el contexto que envuelve al ser, en el trasfondo desde el cual lo
ontológico mismo es un simple episodio. La otra posibilidad es la
complementaria entre razón y emoción, donde el fundamento es una esencia de
carácter emotivo-racional. Veamos cómo se resuelven éstas hipótesis.
En
el estar-siendo se da la
potencialidad cuántica de todas las cosas de ahí su carácter seminal. Por eso, todo está en el estar
pero no todos lo ven. Se “ve” lo que queremos ver o lo que podemos ver. Cuando
ese “ver” instala mundos posibles, son visiones de mundo que hacen que las
cosas que hemos incorporado, tengan sentido en ése mundo y nos posibilita la
identificación con el lugar no como hecho consumado y acabado sino como
devenir. La potencialidad del estar en múltiples mundos, hace a la
inestabilidad del ser y lo vuelve transitivo, (siendo), y la tendencia del ser
a la identidad desacelera el siendo, le quita velocidad y lo vuelve más lento.
Por
un lado se ha reclamado que el ciudadano actual está perdiendo su antigua
capacidad de identificarse con su ciudad (su lugar para vivir con calidad)
porque la ciudad ya es otra o muchas
simultáneamente y porque la velocidad de los cambios actuales lo hacen cada vez
más imposible o poco probable.
 |
Totora |
Cambios de lo real unitario (como Totora, por
ejemplo) a lo diverso, múltiple, heterogéneo; a lo real-virtual múltiple simultáneo
y complejo (como los mundos imaginados de las películas; Avatar), de lo cerrado
a lo abierto, descubierto o destapado y virtualmente transparente (espuma).
que
La identidad con la totalidad de la ciudad ya no es posible más. La
búsqueda de la identificación con el lugar se tiene que ubicar a una escala
menor o diferente, en un barrio
como unidad territorial de la ciudad
y cuando no sucede esto, con la malla de
sitios discontinuos en forma de archipiélago de orden matricial donde
suceden todos los acontecimientos de la vida cotidiana de los múltiples grupos
y subgrupos societales o culturales, étnicos o tribales con los que me identifico
y que, la ciudad cobija y hace posible su coexistencia simultánea.
En
vez de empeñarse en la búsqueda de la identidad del ciudadano con la ciudad
como programa creo que hay que desplazar la ocupación y preocupación hacia la
búsqueda de los múltiples sentidos que la ciudad posibilita para los variados
grupos y personas que la habitan en un mosaico de subculturas, por ejemplo. Esto pasa necesariamente por la búsqueda
y reconocimiento de las posibilidades simultáneas con componentes y relaciones
que cada lugar posibilite para
cada grupo o persona. El estar-siendo un lugar para alguien por tener sentido.
Veamos
cómo se genera sentido parafraseando
a Derrida. Piensa él, que el
presente del ser se genera a partir de la no identidad consigo mismo en sus
etapas iniciales y la posibilidad de la huella o traza recordada. La huella
como la relación con un pasado que se sustrae a la memoria y que para él se
encuentra en lo dicho, el discurso, el logos y que para
nosotros, se encontraría en lo construido. Todo sentido se origina en ésta conformación.
El sentido es
de naturaleza temporal, y por lo tanto, cambia. El sentido no es nunca sólo
presente sino movimiento de la huella es decir significación. La huella o traza
preexistente es una relación de la intimidad de un presente del ser (en
constituirse) con su realidad externa (obertura a la exterioridad en general).
La temporalización del sentido es, desde el principio de su propio juego,
espaciamiento que impide el volumen homogéneo del espacio y la linealidad del
tiempo. El espaciamiento es admitido como intervalo o diferencia (que divide el
sentido y difiere su plenitud sin fin) y como obertura al exterior. Este
exterior si es conceptuado como espacio construido y nada más, apunta
ontológicamente a la plenitud del ser-ahí exterior con un solo sentido, pero
para nosotros que preferimos conceptuarlo como lugar es el preludio siempre
presente que interactúa constantemente con el “siendo“ para concebir el
estar-siendo un lugar para alguien por su sentido circunstancial.
Y
es que circunstancia alude por una parte al mundo del sujeto (la obertura exterior) que, selecciona
de lo que hay lo pertinente para integrar su mundo, y por otro lado, lo
circunstancial tiene un componente accidental y periférico al sujeto, a la
sustancia del sujeto, que lo rodea y le proporciona la dimensión espacio-temporal
donde está el Otro con su mirada (la alteridad) y las posibilidades de sentido
que al sujeto (sólo al que está dispuesto a reconocer su existencia y su valor)
le brinda otra obertura, otro espaciamiento, otra diferencia, con su sola
presencia.
Si
todo esto es como lo hemos especificado, el ser humano tiene que poseer algunos
mecanismos pre-lingüísticos que le permitan independientemente de su dominio de
un idioma o del lenguaje, establecer con bastante propiedad el sentido que
tienen las palabras o las situaciones o las cosas en el mundo. Según Jerome
Bruner en “el yo transaccional”
plantea algunos puntos que vamos a sintetizar:
Aparte
de la polisemia que se da entre palabras y las cosas a las que hacen
referencia las palabras, y de las relaciones de unas palabras o expresiones con otras palabras
o expresiones que constituyen la esfera del significado, que no siempre realizan
una correspondencia completa y absoluta con la realidad, existe otro poder del
lenguaje. Se trata de la capacidad del lenguaje para crear y estimular
realidades propias. Su constitutividad
que crea y transmite la cultura y localiza nuestro lugar en ella permitiendo
que las personas adopten modos de actuar satisfactorios en determinados
contextos. Es la capacidad del lenguaje de crear mundos, ya reconocida por los
cientistas sociales poniendo en entre dicho la habitual dirección en la que
hemos
creido que
opera esa relación. Siempre hemos dicho que la realidad es y está ahí para
describirla pero nunca hemos aceptado que la realidad es también lo que
pensamos y decimos que la realidad es y que además termina siendo cómo la hemos
imaginado o descrito.
Si
esto funciona así para el lenguaje y los objetos culturales, habrá que
preguntarse si pasa lo mismo cuando el sujeto existe como intérprete de los
hechos de lenguaje en relación a la cultura, en los lugares y para constituir
sentido de los lugares. Creemos definitivamente que si, en un ámbito distinto
con otros componentes. Entonces habrá que preguntarse si el lugar hay que
tratarlo como al lenguaje con su propia sintaxis y semántica o es conveniente
alejarse de estos sistemas y encontrar los suyos propios para el lugar.
Dejemos, por el momento, en suspenso esta cuestión y avancemos un poco más en
la indagación óntico-ontológica del lugar.
Si
la posibilidad de habitar un lugar se da por el estar-siendo como una actitud
del hombre en el mundo, pero no en todo el mundo sino en ese archipiélago
matricial que incorpora en sus trayectorias cotidianas, tenemos que
caracterizar sus componentes capaces de producirlas, la dinámica de las relaciones
que establece en su obertura al exterior y aquellas características del entorno
que inciden globalmente en este sistema complejo del lugar.
Un
lugar es tanto un valle, como una ciudad, como una habitación, como un cubículo
dentro de una habitación, como un asiento-ventana que permite estar en la
habitación y mirar afuera por la ventana. Todos ellos tienen unos componentes
mínimos y suficientes que hacen a su constitución.
Un
lugar como sistema complejo parte de la identificación de sus componentes
primarios en la relación del Hombre y el Lugar. El hombre desde esa relación es
un habitante del lugar en su estar siendo habitante en ése lugar. Se
lo puede analizar en su situación única de individuo o en sus similaridades de
grupo con todas las características antes mencionadas. Entonces el oikos-sistema es un sistema del
lugar complejo, se lo puede entender como biotopo, o medio que es habitado por
el conjunto de individuos o grupos sociales que forman una comunidad. Esta comunidad no solo es compleja sino también puede
ser conflictiva cuando los diversos lugares en archipiélagos matriciales de los diferentes grupos coinciden y se usan
simultáneamente y cada grupo tiene visiones de mundo diferentes y hay
tradiciones antiguas de racismo, exclusión y marginación todavía no resueltas.
El
equilibrio entre factores bióticos
(plantas, animales y microorganismos) y factores abióticos (clima, suelo, aire
y agua) encontrado en los ecosistemas está presente allí porque ha habido un
proceso de adaptación-regulación natural que los ha llevado a él y son sistemas
semi-cerrados no excitables y conservativos que es muy fácil desequilibrar con
la alteración de alguno de sus componentes o relaciones, cosa que hemos venido
haciendo insistentemente. En el caso de las ciudades, como son sistemas
abiertos artificiales, culturales, disipativos, excitables y que alteran
profundamente el medio natural, no sólo por construir, sino por los volúmenes e
impacto de los intercambios de materia y energía que consumen y desechan, y
también por las relaciones intergrupales que pueden ser conflictivas
(movimientos sociales que hoy son cada vez más frecuentes), ocasionan
modificaciones que van más allá del propio sistema y que no se han comprendido
del todo aún si no se los ve con estos ojos.
Mientras que en eco-sistemas, el factor tiempo es externo a ellos, es un
parámetro, es cíclico como las estaciones, en los sistemas complejos abiertos,
inestables y dinámicos como la ciudad actual, el tiempo es interno y es marcado
por su dinámica de cambio y transformación. Esto también ocasiona desajustes
hacia los habitantes y comunidad como al medio ambiente natural por su
des-sincronía en la adaptación. Las consecuencias pueden ser conflictos
sociales, y desastres urbanos.
La
trama matricial de lugares en un sistema tal, se la puede leer a partir de dos
tipos de operaciones topológicas: la contigüidad
y la dis-contigüidad espacial y
funcional. Tradicionalmente la racionalidad ha privilegiado las contigüidades
topológicas
pero es sabido que las dis-contigüidades han existido desde el principio (la
ocupación y usufructo de islas de complementariedad en otros pisos ecológicos) y
son las que explican las matrices en forma de archipiélago (una forma del
territorio) y son la manera en que el habitante
usa, disfruta o padece la ciudad actual y el territorio. Esto muestra los
lugares en múltiples dispersiones o densidades que sólo se pueden valorar
cuando favorecen circuitos de reciprocidad, recorridos culturales, recitación
de lugares sagrados en los ritos, ámbitos de relaciones e intercambios (Iquique-Oruro-
La Cancha- Sinaota) que incluso algunos no necesitan de construcción alguna y
aparecen, se instalan y desaparecen como las ferias itinerantes en el altiplano,
otros sin embargo, que si necesitan construirse y por último, otros que se
construyen y no se usan o se usan en otros usos Como los edificios-mercados que
se usan como depósitos y se vende en la calle y por último, aquellos que se
reciclan.
Si
analizamos los lugares como ámbitos de fuerzas, tenemos que reconocer su
relación con los seres numinosos
(dioses, espíritus o energías) “como inmanencias desarrolladas por los
imaginarios en forma de fuerzas, potencias, acontecimientos iniciales o estados
y situaciones anímicas donde la vida como conjunción, compulsión y desenlace de
estas fuerzas y potencias se convierte en la mediadora de estos campos de
fuerza y al comprendernos como parte de esa totalidad y al reconocer su
presencia en nosotros, en los lugares, en los alrededores aparecen configuraciones y transfiguraciones como representaciones que le dan sentido” al
lugar como bien caracterizaba Raúl Prada en su Ontología de lo Imaginario.
Para
analizar esta manera de “ver”, debemos identificar los componentes numinosos de
un lugar para vivir bien y cómo ellos nos ponen deyecto en nuestras
configuraciones en relación a las de los otros, que, hasta ahora, no han sido
incorporados en el pensar y el hacer contemporáneo.
La relación del Hombre con el
Medio Ambiente ha sido tratada desde siempre con visiones distintas y ellas han
determinado de alguna manera el estado desesperado en el que hoy nos
encontramos frente a calamidades ocasionadas por nuestro desacierto como la
extinción de gran cantidad de especies animales y vegetales, la sexta que
ocurre desde que la vida existe en el planeta y ésta vez ocasionada por el
hombre, la contaminación de aire, agua, suelo y subsuelo no sólo con basura
sino con químicos y materiales radiactivos de los que es posible que no podamos
librarnos más, el calentamiento global producto de un sinfín de contribuidores
pero que en última instancia se debe a nuestra inagotable necesidad, provocada
intencionalmente, de consumo ilimitado, producción más rentable, y negocios
ultra-lucrativos de la sociedad occidental sin límite, globalizada y globalizadora a la fuerza.
En la época del pensamiento
metafísico, de los dualismos irreductibles, se llegó a concebir a la naturaleza
separada del hombre como entidades distintas, se separó al hombre de su
condición natural, se lo concibió primero como ser cultural. De ahí la dualidad
de Naturaleza-Cultura que generó lo innato y lo adquirido en el hombre de La Ilustración.
Luego, el hombre como ser racional; y se lo privó de su animalidad, a lo sumo
se aceptó su condición de Homo Sapiens, muy por encima del resto de los
animales y de ahí su soberbia y su poder que lo llevan a conquistar y dominar a
la naturaleza con la colaboración de la tecnología. Si bien la racionalidad
permite a Kant desarrollar su obra filosófica como las críticas, la unidimensión de la racionalización de toda
la acción social como valor y posibilidad del desarrollo sin límites llevó a
los extremos en los que estamos ahora.
Este pensamiento se determina en
la concepción de una dialéctica Hombre – Naturaleza que se caracteriza por
estar constituida de elementos opuestos, irreductibles cuyas relaciones han
estado caracterizadas por la confrontación en términos primero de “defensa”
contra, y luego de “lucha” de “conquista” de “dominio” del hombre sobre la
naturaleza que de alguna manera prevalece en la mayoría de la población común.
El impulso al desarrollo de la
ciencia y con ella de los descubrimientos en todos los campos del conocimiento y del hombre en particular, La
Teoría de La Evolución de las especies, el origen común de los organismos
vivos, la conservación en el cerebro humano de por lo menos tres sistemas
interconectados de etapas evolutivas anteriores (reptílica, mamífera, y
neocórtex)
han contribuido a relativizar el predominio de La Razón en el comportamiento
humano abriendo la intuición, la creatividad, la espacialidad que el hemisferio derecho del neocórtex provee y, por
otro lado, las emociones y con ellas
La Inteligencia Emocional y los comportamientos agresivos (la guerra) y territoriales
de mamíferos y reptiles. Todo esto reunido aquí para recordarnos nuestro linaje
común. De tal suerte que los conocimientos acumulados hasta hoy por el quehacer
científico, el más racional de todos, nos colocan de nuevo en la ubicación correcta
de la que jamás debimos alejarnos.
Si las relaciones entre los
hombres gracias a éste desplazamiento, se pueden caracterizar como de índole
zoológica y simbólica es decir mediadas por lenguajes, las relaciones con la
naturaleza retoman su índole fisiológica es decir una humanidad que es capaz de
funcionar en un medio natural de una cierta manera o, termodinámicas, como la
humanidad que crea condiciones artificiales ambientales para regular el confort
que en un principio fue de protección, pero que con el desarrollo tecnológico y
a través de su uso y aplicación, ha traspasado la mera protección e ingresado
en el consumo ilimitado y el derroche energético.
Entonces, de la misma ciencia
surge una nueva, integradora, de componentes heterogéneos, más compleja y de
enfoque distinto del analítico cartesiano: la
ecología cuyo objeto son los sistemas ecológicos o ecosistemas constituidos
por un área o lugar denominado medio o biótopo, el que a su vez está habitado
por un conjunto de seres vivos que forman una comunidad y que establecen unas
relaciones específicas entre todos, es decir entre seres vivos y medio
ambiente. Este medio o biótopo es
todo espacio físico que rodea a los seres vivos y con el cual intercambian
materia y energía, donde encontrarán competidores, colaboradores, enemigos,
obstáculos físicos y facilidades para desarrollarse y a los cuales deberán
adaptarse.
Los
factores abióticos de un ecosistema
como la luz, el aire, el agua, el suelo y la temperatura, que constituyen la base
fundamental donde se desarrollan los seres vivos o seres bióticos; es decir,
sin alguno de estos elementos no existirían los seres vivos. Los elementos
abióticos solían cambiar en el transcurso de cientos de miles de años, de manera muy lenta. El
biótopo, sobre el que se apoyan los seres vivos, se suele distinguir en: el
medio terrestre, el medio acuático y el medio orgánico.
Esta
es la base sobre la que se realizan los estudios ecológicos pero hoy hemos
llegado a un estado tal de agresión a la naturaleza por la insensatez, que
hemos sido capaces de globalizar uno de sus factores: la temperatura del
planeta; ya hay suficientes datos y estudios científicos para afirmar que
estamos en el inicio de un proceso de calentamiento global que va a tener
incidencia de maneras diferentes en cada uno de los ecosistemas que se han
formado en el mundo, desequilibrándolos. Pero lo más grave son las cadenas de
procesos que se disparan a partir de la modificación de uno sólo de los
componentes sobre el propio ecosistema y sobre los demás cuyas consecuencias
son todavía imprevisibles.
 |
Representación de Pacha Mama |
Esta ciencia que nos
permite comprender o ver de otro modo el mundo, al incluir solo dos macro
componentes, los bióticos y los abióticos o biotopos o medio, ha dejado, sin
embargo fuera las relaciones que establecen los seres vivos y en especial el
hombre, con los seres numinosos y que sólo al incorporarla nos permite pensar y
entender la presencia omnisciente y las relaciones cotidianas que el pueblo
andino mantiene con La Pacha Mama de
las que se obtienen los componentes medioambientales de los lugares de forma
holótica.
Hemos
dicho que un lugar es tanto un valle como una ciudad o una habitación o un
lugar en la habitación. Si bien se puede generalizar la existencia de lugares
en cada una de las unidades segmentadas, los componentes medioambientales y sus
relaciones son particulares para cada escala y para cada caso.
¿Qué
es Pacha Mama, y qué tiene que ver
con el Medio Ambiente? Y ¿cómo
extraemos componentes medioambientales para comprender los lugares de las
relaciones que mantienen los andinos con ella?
En
la cosmogonía andina, el momento que se crea la segunda humanidad, la actual,
en el Akapacha o Kay pacha (el aquí y ahora de Los Andes) se manifiesta la
Pacha Mama como un ser numinoso
generador de vida, de fertilidad y abundancia. En términos ecológicos es el
numen del biotopo en los medios terrestre y acuático (mama cocha).
Se ha
traducido al español como “madre tierra” pero no es solo la tierra aunque su
morada es principalmente la tierra, porque participa también en la generación
de plantas y animales, ni es toda la tierra porque gran parte de las tierras
son in-cultivables, son áridas, son inutilizables. Representa en potencia el principio femenino de matriz del Pacha
y sus actos generan entes diferenciados sexualmente en mitades complementarias
portadores de cualidades masculinas y femeninas como propiedades de todas las
cosas de este mundo, plantas, animales, la humanidad y las nubes y las rocas
también, a pesar sobre algún despistado ignorante que se ponga a jugar con unas
rocas para ver si tienen sexo en un programa de televisión de difusión
nacional.
La ventaja de éste
enfoque, de la manera en que se recorta la realidad en categorías que separan y
agrupan de otro modo las cosas de su realidad es, que es una visión holísta, similar a la ecológica,
no analítica, totalizadora y simbiótica,
que no eleva al ser humano por encima de la naturaleza, que le haga pensar
ilusoriamente que puede dominar la naturaleza impunemente, o que su relación
con los dioses necesite de una religión para re-ligarse con ellos y de rato en
rato cada fin de semana.
El Hombre andino sabe con certeza que es parte de
la naturaleza, tiene, ni más ni menos, las mismas características y propiedades
que cualquier entidad natural que convive en ella y al hacerlo, está
constantemente en contacto con los seres numinosos que también son parte de
ella, a través de ritos y acciones que le permiten restablecer el equilibrio, que sabe que es
responsable, a su vez, de hacerlo perder. Naturalmente que la magnitud del
desequilibrio ocasionado en ese medio, jamás se podrá comparar con la del
calentamiento global que nos aqueja a todos hoy. Cuanto más se tratará de una
mala cosecha en su parcela o de la disminución de su ganado por pequeños descuidos.
 |
Preparación para una Challa |
Durante
la ch’alla (libación), cuando invitan a tomar parte a todas las divinidades, y
mientras van derramando gota a gota el trago por el suelo, los pueblos andinos
recorren nombre a nombre todos los lugares de su territorio y los insertan en
un espacio más vasto y lleno de fuerzas, mediante la recitación casi
interminable de cada lugar, cada recoveco donde se reconoce un poder especial.
No es una simple enumeración del espacio, sino que van llamando a estos lugares
para que desempeñen cada uno su función propia.
¿El Espíritu del Lugar?
Los
que por su forma son lugares reconocidos como desencadenadores de fuerzas
numinosas, son los que son encrucijadas
de caminos, encuentro de ríos, quebradas, las cumbres, los mojones
(apachetas), los pasos entre cerros
(palcas), los lugares de enterramiento
de antepasados (no los cementerios sino las chullpas). Todos estos lugares
están animados por fuerzas Manqha,
internas, oscuras, indómitas, salvajes y peligrosas pero también los fenómenos
atmosféricos como el rayo, la granizada, las nevadas, y telúricos como los terremotos
e inundaciones. Las relaciones con
estos entes poseedores de ese tipo de fuerzas tienen el carácter de la reciprocidad necesaria para no
desequilibrar los cauces de la existencia. Los ritos y ofrendas otorgados a
ellos, no se debe entender como temor, sino negociación de reciprocidades por un reconocimiento de su poder intrínseco y respeto incuestionable.
Definido
de esta manera el territorio en el que los lugares son otra manera de
designarlo, queda patente la coherencia y claridad con la que nuestros coterráneos
lo han concebido y vivido.
Nos queda el desafío de hacerla propia y continuar
la tarea de reterritorialización de nuestro territorio munidos de todos los
saberes de ellos y nuestros que apunten en esa dirección. Será tarea para las
gobernaciones, municipios, territorios indígenas, comunidades e individuos
participar en su realización.